Volver al padre, Abel Azcona, 2020/2024. - Dos piezas performativas, veinticuatro fotografías de viaje, cuatro piezas de videoarte-documental, objetos y documentación original. Curaduría y Texto / Curation and Text: Marina Abramović, Marina Abramović Institute, Fernando Castro Flórez. Obra expuesta: Sala Amós Salvador, Logroño; Centro Cultural Banco de la República, Manizales y Centro de Arte La Panera, Lleida. Forma parte de la AT Colección y Colección de Arte Contemporáneo de La Rioja.

 
Ni padre ni
cliente, ni
origen ni principio ni
fin ni certidumbre ni:
solo espuma.
— Abel Azcona

Encuentro entre Abel Azcona y Manuel Lebrijo durante el viaje performativo, en una estación de servicio, desde la ciudad de Pamplona al pueblo de Badajoz donde Azcona fue trasladado y retenido a la edad de tres años.

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Volver al padre es una obra procesual detonada mediante dos performances y activada a través de una muestra expositiva homónima inaugurada por primera vez en la Sala Amós Salvador, principal espacio museístico de arte contemporáneo en La Rioja, España. Del mismo modo, Volver al Padre no deja de ser un viaje iniciático del creador Abel Azcona hacia el restablecimiento de vínculos dañados de raíz. En la obra de Azcona son comunes los diálogos continuos con la figura materna. En cambio en esta obra de regresión, Azcona camina hacia atrás hasta reencontrarse con la figura paterna estipulada en su expediente de adopción y papeles de abandono: una figura paterna que en realidad no lo es, al ser únicamente pareja esporádica de su madre biológica y conocerla cuando ya estaba embarazada del propio Azcona. No obstante, una pieza fundamental en la infancia del artista relacionada directamente con su propio maltrato y el abandono.

En la obra Volver al Padre, Azcona nos plantea cuestiones en torno a la figura paterna y realiza el mismo viaje junto a Manuel, que ambos realizaron cuando Abel tenía tres años de edad. En una retirada de custodia donde él sustrajo al niño y durante varios meses desapareció hasta ser encontrado por la policía nacional en un pequeño pueblo de Extremadura. En esta pieza, Azcona y Manuel vuelven a caminar, construir y deconstruir juntos.

Detalle de los documentos originales expuestos durante la exposición como detonante documental de la performance inicial. Dichos documenta formaban parte del expediente policial de búsqueda incluido en el expediente 09872 de abandono y adopción del propio Azcona en Bienestar Social de Navarra.

A la izquierda varios de los documentos originales en detalle. | Retrato de Lebrijo durante la performance.

Retrato de Abel Azcona durante la reactivación performativa, un año después del viaje, en la sala de arte.

Una de las salas audiovisuales de la exposición final de “Volver al padre” en la que el espectador podía caminar visualizando el viaje original del artista junto a su posible pero improbable padre biológico.

«Nuestro propósito fundamental como artistas de performance es poner en escena el miedo primordial al dolor, a la muerte y a todo lo que compartimos en nuestras vidas, para posteriormente mostrarlo y evidenciarlo frente a una audiencia. Lo revisamos, somos conscientes y le decimos a la audiencia: «Este es tu espejo; si yo puedo hacer esto en mi vida, tú puedes hacerlo en la tuya». 

Marina Abramović.

Azcona vive en un continuo viaje de transformación. Su cuerpo y su potencia de trabajo han demostrado una resiliencia radical por medio de acciones derivadas de su historia personal. De este modo, su obra guarda los detalles más íntimos de su vida, forzosamente vulnerables y que exigen una respuesta emotiva, potenciando las cualidades emocionales de la performance a través de viajes artísticos y vitales. El propósito de estos viajes es una justicia personal que puede cumplirse y sanar a través de la conexión con el público, y la realización de la obra no solo hace progresar su relación con el trauma, sino que también ofrece una sensación de liberación y paz: un equilibrio. «Volver al padre» es quizá la obra más íntima y biográfica de Abel Azcona hasta la fecha. Un viaje en el que el objetivo literal es regresar al padre accidental y dañino, a la figura monstruosa que este supone para él. Durante años, Abel ha creado obras en las que el dolor y el vínculo con lo propio y con los demás eran protagonistas. Pero cuando se trata de construir una historia llena de violencia, violación y maltrato, es necesario escuchar a las otras partes y voces. Así, «Volver al padre» supone también un trabajo performativo de escucha.

Fragmento del texto curatorial de Marina Abramović / Marina Abramović Institute en la exposición «Volver al padre» en la Sala Amós Salvador de Logroño.

«Puesto que mi padre me destrozó, ¿por qué no habría yo de destrozarle a él? Cojo un animal auténticamente masculino y para mofarme de él le pongo unos pechos y después de haberle puesto un par de pechos, le añado un segundo par, ¿por qué no? Y luego le corto la cabeza. Es una forma de burla. Puesto que se ha reído de mí, voy a reírme de él».

«Algunos estamos tan obsesionados con el pasado que morimos sepultados por él. Esta es la actitud del poeta que nunca encuentra el paraíso perdido y también es la del artis- ta, que trabaja por motivos que nadie es capaz de comprender. Puede que lo que ambos intenten sea reconstruir algún elemento del pasado para así exorcizarlo, razón por la que el pasado tiene, para muchas personas, un enorme poder y belleza... Toda mi obra se ha inspirado en mi vida anterior».
— Louise Bourgeois: Destrucción del padre.

Abel Azcona planta cara o, para ser más preciso, pone el cuerpo consciente de que su fragilidad es también el signo de una extrema resistencia. Un cuerpo es, como advirtiera Jean-Luc Nancy, una tensión y un tono, un porte y, sobre todo, algo pesado. Cuando vemos las fotografías de Abel Azcona reptando por las calles de Pamplona rodeado por la policía comprobamos que su corporalidad es «legalmente insoportable», arrastrada hacia el lugar donde tendrá que soportar «el peso de la Ley». Abel Azcona demuestra ejemplarmente que la performance es un arte de la presencia sin que eso suponga que niegue el potencial estético y crítico de la documentación. Para él es fundamental la materialización corporal sin que eso suponga que no puedan generarse huellas y testimonios que prolongan la experiencia performativa. La cuestión del origen es, en todos los sentidos, el punto crítico de todas las acciones que desarrolla, siempre y cuando entendamos que lo que tenemos no es una «presencia plena» sino différance y suplementariedad, escritura que demora el encuentro con lo Real.

Sin duda, Abel Azcona es un artista consecuente con sus orígenes. Antes de la aceptación final y después de la negación, la explosión de ira y los intentos de negociación frente a una pérdida o una experiencia traumática, llega, según apunta la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, la depresión o la angustia. «El cuerpo —apunta Lea Vergine sobre la body art performance— es desnudado en un intento extremo por adquirir el derecho a renacer en el mundo.

Abel Azcona trabaja, una y otra vez, sobre aquello que le duele. Asume su abandono, reactualiza la experiencia de orfandad. Los enormes traumas familiares de este artista no tienen nada de «romántico» aunque podrían ponerse en relación en el impresionante texto de Jean Paul Richter titulado «Discurso de Cristo muerto, el cual, desde lo alto del edificio el mundo, proclama que Dios no existe» en el que Jesucristo admite, tras resucitar, que Dios no existe, que al otro lado no hay nada: un mensaje vacío que también supone la certeza trágica de que todos somos huérfanos. Carecemos de padre o, como en el caso de Abel Azcona, quien «figura» como tal no es otra cosa que un maltratador. La oscuridad se adueña de todo.

Pareciera como si las obras de Abel Azcona surgieran de una pulsión perfomativo-masoquista. Conviene tener presente que el masoquismo invierte la operativa del amo y el esclavo. Si la posesión es la locura propia del sádico, el pacto es la del masoquista: un compromiso radical en el que se llega a poner en juego la propia vida. El masoquismo tiene necesariamente una dimensión jurídica a la que se añade lo performativo-estético. En el caso de Abel Azcona, el «castigo» está condicionado por el abandono y la violencia que son sus marcas originarias, las figuras materna y paterna no tienen por rango más que una ley abyecta. En todas sus obras o, mejor, en su comportamiento artístico, hay una extraordinaria y hasta trágica voluntad de saber; así ha declarado que quiere el fuego del saber, la llaga y el ardor de la posibilidad de lo imposible: «Mi deseo es apostar por las cuestiones que desorienten, quiero la ceguera inicial de abandonar las sombras de lo seguro, lo aceptado y establecido que me impide mirar con otras luces, quiero lo rugoso, lo obtuso, destrozar mi atadura de esclavo y erguirme, abandonar la minoría de edad y preguntar con voz propia, dudar, diferir».

Como cuando Vito Acconci en Trademarks (1970) se mordía y marcaba el cuerpo, Abel Azcona castiga su cuerpo sin aceptar ninguna «disciplina». Tiene todas las razones del mundo para identificarse con Jean Genet, así como también puede convertir su resistencia por disrupción en una modulación de la actitud de Bartleby el escribiente. Frente a las dinámicas de un capitalismo escatológico, se atraviesa como un idiota o adopta la actitud, ante la «justicia», de habitar el silencio.

Las acciones de Abel Azcona hacen que nos confrontemos con experiencias límites, bloquean el tráfico con un cuerpo que, incluso en silencio, grita de dolor. Su dramático ejemplo revela que el arte puede suscitar no sólo el temor y la compasión (motores patéticos de una purga que puede ser la de la trama misma) sino también demorar el momento final. Es algo más intenso que un juego de «escritura» señalar, a la manera derridiana, que necesitamos demorarnos en la anticipación del morir mismo. «Así —escribe Abel Azcona— que renunciar a este devenir es abandonar la posibilidad de lo que me sostiene en la vida, desde el vientre desobedecí al no extinguirme en las deletéreas rutinas maternas, como infante a la violencia del entorno, siendo joven a mi propio impulso de muerte». Abel Azcona pone en riesgo su vida y acaso trata así de «vivir más». Si todo su discurso y comportamiento tiene algo de reformulación del primer monólogo de Segismundo en La vida es sueño de Calderón de la Barca (una reformulación de aquella sabiduría de Sileno que Nietzsche recuperara: si has nacido, lo mejor que se puede hacer es darse muerte cuanto antes), tendremos que subrayar que la existencia de Abel Azcona ha sido, en muchos momentos, una pesadilla. «El delito de nacer» se reformula como derecho a no haber nacido cuando, en realidad, es alguien condenado a sobrevivir.

«Nací —escribe Abel Azcona—, para sufrir, yo me lamento. En mi origen hay abandono, nudo y desenlace. El hecho del nacimiento sería circunstancial de no ser por la obligatoriedad del mismo. Violada ella, pactado, nacido y precipitado a la inmunda vida. Nacer acontecido como consecuencia del fervor. Nacido muerto». Con todo, este hijo no deseado manifiesta, en ocasiones, una anómala «ternura de la madre», especialmente en su escritura poética en la que, como él mismo declara, rinde homenaje a Leopoldo María Panero. El abandono es la fuente de la obsesión, apareciendo poéticamente la madre evocada a través de las flores. Sin embargo, no es posible hacer concesiones al camuflaje romántico. Al contrario, lo que repite obsesivamente Abel Azcona es la palabra «ni», sabedor de la falta inscrita en su origen, consciente de que eso es «solo espuma».

Abel Azcona no regresa al padre como el «hijo pródigo» sino, al contrario, como alguien que demanda respuestas. Tuvo el coraje de citar a Manuel, el hombre que está inscrito como su padre biológico (sin serlo), en el Parque de los Patos de la Taconera de Pamplona donde hace décadas le raptó para llevarle con él a su pueblo (Villar de Rena en la provincia de Badajoz). Ese viaje de regreso supone una rememoración del trauma, un retorno a las historias de violencia. El sujeto barrado quiere conjurar los olvidos, asumiendo que no hay un destino que resuelva lo acontecido. Aquí está desmantelada toda fantasía de «familia feliz» cuando lo que se ha sufrido son abusos y maltratos sistemáticos. Finalmente, confrontado con toda la documentación del expediente de adopción que Abel consiguió fortuitamente, el «padre» asume toda la violencia que desplegó, aunque se coloca en el papel de la «víctima»: reconoce el dolor causado culpando «a las mujeres» de todo lo sucedido. Este sujeto, expuesto en la Sala Amós de la mano de «su hijo», encarna la brutalidad heteropatriarcal. Abel Azcona no quiere, de ningún modo, convertirse en un hombre y, cuando se «instala» junto al padre, está aporéticamente marcando distancia.

Fragmento del texto curatorial de Fernando Castro titulado «Algo perverso. Situaciones paroxístico-familiares de Abel Azcona para la exposición “Volver al padre» y como prólogo del libro homónimo.

Volver al padre no es volver a ser padre, ni buscar a un padre, ni localizar a mi padre biológico, ni una idea metafórica o ficticia. Volver al padre es volver a ti, Manuel. A lo que tú representas en mi historia, en mi experiencia vital. No eres mi padre biológico aunque conste como tal, pero creo que eres algo más importante, más relevante o trascendental que la mera biología en este caso. Fuiste el detonante de mi modo de vivir. Mientras mi madre afirma que intentó abortarme, tú lo niegas porque te horroriza. Curioso horror el tuyo hacia la idea de abortarme para ahorrarme sufrimientos pero en cambio vivir para infligirme horrores. El mayor acto de amor que alguien ha llevado a cabo por mí han sido los tres intentos de aborto de mi madre. Y tú, por medio de esa mentira que supuso otorgarte la paternidad, fallaste de nuevo a aquella mujer a la que violabas —sé que para ti aquella experiencia fue amor, pero con los datos que tengo, y sabiendo cómo esperabas a que ella fuera a prostituirse, para luego drogarla y utilizarla, me ratifico en que violabas—. Dijiste que eras mi padre sin pensarlo. Algo de egolatría, algo de protagonismo, algo de inconsciencia. Me contaste que todas las trabajadoras sociales eran tus enemigas y que por eso querías alejarme de ellas a cualquier precio. Me dijiste que todas las mujeres con las que has estado habían sido malas parejas. Todas te habían denunciado porque eran malas mujeres. Tus hijas no te hablan porque son malas hijas. Las cuatro tienen parejas destructivas, dos de ellas en prisión, también por ser malas y elegir mal. Dices que tú no me maltrataste, que me maltrataron las mujeres de mi vida por pura maldad, que como mucho elegiste mal. Y que ese fue tu único error: elegir mal.

Manuel, vuelvo a ti en esta obra, llorando, gritando, porque lo único que deseo en esta vida es no ser tú. Volvería a dejar que me violaran mil veces con tal de no convertirme en alguien como tú. Volver al padre significa que lo puedo hacer con la cabeza alta porque no me he convertido en ti, aquel que mintió en Madrid, que cuando llegó a Pamplona me soltó en casa de su madre y desapareció abandonándome de nuevo, el que se drogó y se olvidó de que yo existía, el que dice que me follaría a mi propia madre, el que me miente, el que me niega, el cobarde que culpa a todas menos a sí mismo.

Tú eres mi padre, Manuel, y no el biológico. Pero eso es lo de menos. Eres mi padre porque representas la peor de las masculinidades, la más mala, la más tóxica, y eres mi padre, en parte, porque eres uno de los motivos por los que pienso a diario que no soy capaz de seguir viviendo para convertirme en alguien como tú. Tengo miedo a lo que eres y a volver contigo y quedarme ahí. Huye cobarde, huye de nuevo. Miente, abandóname, abusa de mí, abusa de mi madre. Ven a la performance y dame la mano, pero luego lee lo que eres y sal corriendo cómo hiciste, como harás.

Vuelvo a ti pero no voy a quedarme. Voy a soltarte la mano para que te precipites. Vuelvo a ti para que sepas que no soy ni seré como tú. Vuelvo al padre, pero sé consciente de que aquí no tienes un hijo.

El momento donde Azcona revela la documentación y los motivos reales del viaje a Manuel Lebrijo. El artista y su “no-padre” decidieron parar en un camino pocos kilómetros antes de llegar a su destino a Badajoz para desvelar los motivos del viaje, ya que hasta entonces Manuel había accedido sin conocer realmente el destino ni el motivo del mismo. Tras conocer Manuel el destino accedió y pasaron la noche en un pueblo cercano con el fin de terminar el viaje en el destino final al siguiente día.

Los dos protagonistas de las obra “Volver al padre” en uno de los videos protagonistas de la exposición homónima. La muestra profundiza y repite el viaje realizado por Azcona a los tres años de edad, nuevamente activado treinta años después. En forma de exposición el espectador acompaña al artista en el viaje y la regresión a su infancia. En esta imagen se muestra el caminar de ambos durante el proyecto performativo, intercalando viaje en coche y trayecto a pie por algunas zonas intermedias.

La cuarta etapa de la obra es el diario personal del propio Azcona relatando el trayecto que ha sido el detonante del viaje protagonista de “Volver al padre”. Entendiendo el acto de privación de libertad inicial como el detonante de la obra, la repetición del mismo viaje de manera performativa podría entender como una activación del mismo. La segunda activación sería la performance realizada en vivo con público presente donde ambos durante más de una hora se dieron la mano. La tercera la muestra expositiva con diferentes pequeñas performances. Y el cierre, es habitual en las obras procesuales de Azcona, la palabra. En este caso, al contrario que en la exposición, que la voz principal es la de Manuel y se escuchan sus sentimientos, opiniones y arrepentimientos, en el libro final el testimonio protagonista es el del propio artista, profundizando en el viaje, pero también en los años previos y posteriores. Convirtiendo la última parte del procesos en una mirada literaria y biográfica íntima.

“Aquel mismo día, al llegar, bajo la mirada de los policías que esperaban en dos vehículos a la puerta de estación de autobuses, me despedí de Manuel y de Arancha. No sabía si la des- pedida sería para siempre, pero con tanta policía, tanta formalidad y tantos papeles aquello pintaba a ida sin regreso. Ellos se marcha- ron del lugar rápidamente y sin mirar atrás. Parecía que no les im- portaba demasiado, como si todo lo que había pasado fuera en cier- to modo accidental, mientras yo me quedaba rodeado de policías, papeles y de nuevo sin emitir palabra. Tenía marcas y golpes en los brazos y así quedó reflejado en el informe. Citaron a Manuel para una reunión una semana más tarde en la que se tratarían temas de custodia, pero aquel día, dada mi situación de vulnerabilidad, y de nuevo con marcas en mi cuerpo, no volví con la familia de acogida. Durante el mes siguiente me alojaron en un piso tutelado en el barrio de Iturrama con otros niños, algunos sin padres y otros con madres o padres maltratadores.”

Fragmento del libro “Volver al Padre” donde Azcona relata en primera persona toda su experiencia biográfica hasta los cuatro años de edad.

Critica en El País del libro “Volver al padre”.

Querido Padre:
Me preguntaste una vez por qué afirmaba yo que te tengo
miedo. Como de costumbre, no supe qué contestar, en parte,
justamente por el miedo que te tengo, y en parte porque en
los fundamentos de ese miedo entran demasiados detalles
como para que pueda mantenerlos reunidos en el curso de
una conversación. Y, aunque intente ahora contestarte por
escrito, mi respuesta será, no obstante, muy incomprensible,
porque también al escribir el miedo y sus consecuencias me
inhiben ante ti, y porque la magnitud del tema excede mi
memoria y mi entendimiento.
— Franz Kafka: Carta al padre (1952)

El primer relato que resumía el inicio del proyecto y publicado en el libro de “Los pequeños brotes” de Abel Azcona.

Documento original de búsqueda de Azcona durante el secuestro o no entrega del menor en la retirada de custodia.

El artista Abel Azcona entiende su obra artística desde una mirada procesual del modo que el detonante de la pieza sería la historia original que él vivió en un contexto de maltrato y abandono, la performance activadora consistiría en la repetición del viaje treinta años después, esta vez por decisión propia y con una mirada crítica y como remanente y cierre, la performance en vivo activada en el año 2021 en la sala de arte contemporáneo en Logroño y la exposición final en el año 2022, respectivamente.

  • 29 de abril de 1988 Manuel Lebrijo asume la paternidad de Abel y viaja con él a Pamplona.

  • El 20 de septiembre de 2020 Azcona reactiva desde una mirada contemporánea, crítica y performativa el viaje, marcado por un secuestro y la privación de libertad, acontecido el 27 de abril de 1991.

  • El 12 de noviembre de 2021: un año y un mes después del primer viaje, Azcona invita al otro protagonista de la obra a la Sala Amós Salvador de Logroño a formar una instalación corporal mediante performance ante la emocionada mirada del público asistente. Durante una hora ambos formaron parte de la muestra mediante una unión de manos y la mirada al frente. Pocos minutos antes de este encuentro Azcona detallaba al público el acontecer del trayecto vital y artístico que «Volver al Padre» estaba suponiendo hasta aquel momento.

  • El 2 de junio de 2022, tercera fecha y última, la ciudad de Logroño, nuevamente la Sala Amós Salvador, vuelve a acoger y cerrar el proceso de varios años de duración con una muestra expositiva mediante fotografía, video, performance e instalación. Una exposición firmada por Azcona donde el visitante puede concluir y profundizar en el viaje original treinta años atrás. Un viaje entre Pamplona y el pueblo Villar de Rena en la provincia de Badajoz, que la vida y el artista han querido atraviese por Logroño.

Meses antes del viaje performativo Azcona contactó con Manuel Lebrijo y llegaron al acuerdo de enviar y contestar una serie de preguntas en torno a la infancia, los abusos y las situaciones vividas en su entorno familiar.

¿Dónde naciste?, ¿en qué fecha? Cuéntanos algo sobre tu nacimiento.

Manuel nació el 7 de mayo de 1967 en un pequeño pueblo de Badajoz llamado Villar de Rena. Esa fue la localización final del viaje Volver al padre, aunque durante el trayecto nos reveló que la casa en la que más tiempo pasamos estaba en un pueblo colindan- te llamado Olivenza, donde su tío tenía una casa blanca.

¿Cuántos hijos tienes o crees que tienes?
Durante Volver al padre me aseguró que «cuatro hijos y medio». Cuatro chicas, todas ellas igualmente abandonadas, con las que no tiene contacto. Yo soy el «medio», ya que según él soy mitad hijo suyo. Y afirma que yo soy el más importante porque lo fui por elección.

¿A cuántos partos has asistido?

A ninguno.

¿Qué año conociste a Viqui Luján y en qué ciudad?

La conoció en Pamplona en el año 1987. Unas veces ha conta- do que en la plaza de los Ajos, donde ella se prostituía, y otras que acudía con amigas al bar donde él trabajaba.

En vuestro primer contacto, ¿qué relación había entre los dos? ¿Tú eras camarero y ella cliente? ¿Tú vendías algo que ella quería comprar? ¿Los dos estabais en situación complicada? Explica con el mayor detalle posible, si te acuerdas, esa primera hora en la que os conocisteis.

Según él, se gustaron a primera vista, descubrieron que te- nían una gran conexión y tuvieron sexo el primer día. Ella estaba necesitada y él le daba todo lo que requería, tanto sexual como eco- nómicamente, siempre que la dura vida que llevaban se lo per- mitía. Manuel se hospedaba en una pensión en la calle Jarauta, y cuando empezaron a salir ella dejó de dormir en la calle para ha- cerlo con él. A pesar de sus diferentes versiones, creo que se puede dar por bueno que la conoció porque durante varios meses ella ejerció la prostitución de manera regular en la plaza de los Ajos. Él, al ser un camarero en un bar del Casco Viejo, la pudo atender en diferentes ocasiones. Creo también que él le pagó las primeras veces y que ella acabó quedándose con él para tener dónde dormir o droga incluida en el lote.

Las cinco primeras preguntas de las veinticinco que Azcona envió a Lebrijo para ser contestadas antes del viaje de Pamplona a Badajoz.

Azcona en el parque de la Taconera de Pamplona en espera de Manuel Lebrijo para comenzar el viaje y detonante de la obras “Volver al padre”.

 

© Estudio Abel Azcona. Abel Azcona | Volver al Padre. Volver al padre es una obra performativa, video y fotográfica de Abel Azcona. Etapa audiovisual / El viaje: Idea original: Abel Azcona y Raquel Ruiz Diego. Codirección y producción: Abel Azcona, Raquel Ruiz Diego y Estudio Abel Azcona. Edición y diseño: Jorge Aznar. Foto fija: Lucas Rosa. Vídeo, ayudante de producción y búsqueda de localizaciones: Alejo Rodríguez. Ayudante de producción y sonido: Rocío Rivas Slipak. Etapa Performance en vivo: Dirección de Cultura : Juan Calvo, Fotografía: Rafael Lafuente. Etapa Exposición: Dirección de Cultura : Juan Calvo, Coordinación: Abel Azcona, Ayudante de Coordinación: María García, Textos: Marina Abramović, Marina Abramović Institute y Fernando Castro Flórez. Fotografía: Rafael Lafuente..

 
“Volver al padre” de Abel Azcona constituye uno de los proyectos performativos más contundentes, honestos y lúcidos de la última década. El género de la “performance biográfica” ha tenido un amplio y brillante desarrollo en las diferentes fases del feminismo. Y, ahora, con “Volver al padre”, alcanza sus cimas históricas. La vida de Abel Azcona -relatada brillantemente en el libro que documenta el proyecto- no necesita ser dramatizada un ápice para constituir uno de los relatos más descarnados a los que cualquier persona se puede enfrentar. “Volver al padre” es una pieza maestra del arte contemporáneo.
— Pedro A. Cruz Sánchez, investigador y autor de "Arte y performance: Una historia desde las vanguardias hasta la actualidad.

Video de tránsito y videoinstalación en el centro de la muestra expositiva. El visitante podía caminar entre todos los videos del viaje.

Video de tránsito y videoinstalación en el centro de la muestra expositiva. La exposición se planteó desde un caminar similar al original.

Primer video de la exposición donde Azcona y Lebrijo duermen, se despiden y terminan el viaje con el regreso a la ciudad de Pamplona.

Fotograma en la entrada del hospital donde Manuel recibe diálisis.

Cuarto video de la exposición donde Azcona y Lebrijo duermen, se despiden y terminan el viaje con el regreso a la ciudad de Pamplona.

VOLVER AL PADRE

SALA AMÓS SALVADOR, LOGROÑO. 11 DE NOVIEMBRE DE 2021

"Una sala repleta. Una segunda cita, esta vez rápida y más protegido. Rodeado de desconocidos pero que de alguna manera comparten y acompañan el peso vivido mediante mi palabra previa, mi cuerpo tembloroso y mi agotamiento físico y mental. Durante treinta minutos narro el viaje performativo que «Volver al Padre» supone para mí. Los detalles de porque decido un año atrás emprender el viaje y describo mi idea preconcebida del momento que va a suceder a continuación.

«Me llamo Abel Azcona estoy sentado en una peana, como podéis ver a mi lado hay otra peana vacía que de manera metafórica pero también real siempre ha estado vacía. Hoy, el hombre que consta en los papeles y en mi expedientes legales como mi padre biológico ocupará esa peana al habérselo pedido como proceso creativo, afectivo y de resarcimiento. En unos pocos minutos viviremos una reactivación de un viaje que acontecía treinta años atrás para ser activado el pasado año entre Pamplona y Badajoz. Logroño ha sido la ciudad elegida para un año después volver a citarme con Manuel, mirarnos, darnos la mano, ya que en el viaje del pasado año no nos tocamos en ningún momento y esta vez cada uno continuar su camino. Entiendo el arte y más la performance como un acantilado, en el borde se aprende, se muestra y se arriesga como en ninguna otra parte. Yo he trabajado muchos tipos de violencia en primera persona, pero pocos sucesos me inspiran más violencia que el que va a acontecer. Os pido que me acompañéis emocionalmente y esta hora próxima dialoguéis conmigo con la fuera, la empatía y la mirada».

Tras mi visión narrativa Manuel entra por la puerta. Esta visiblemente muy cambiado del viaje que realizamos hace un año de Pamplona a Badajoz. Ha engordado visiblemente y se le ve más recuperado. Un mes y medio atrás había recibido la donación de un riñón y se veía físicamente mucho más fuerte ya que durante el viaje de tres días del año pasado continuaba en diálisis. Tuvimos que tener en cuenta las condiciones de falta de salud en todo el trayecto. No cuestiona, no pregunta, dos amigos míos le han traído desde Pamplona hasta Logroño donde yo sin mediar palabra le espero en la peana con el brazo tendido.

Durante una hora el público nos observa fijamente, Manuel impasible mira al frente, cierto desafió en su mirada y yo siento dolor. Mi mente va rápido, recuerda todo el viaje del pasado año. La primera vez que nos vimos treinta años después, el viaje durante horas en el coche, la noche horrible que pasé a su lado sin poder dormir y él encendiendo cigarros cada diez minutos y la sensación de avasallamiento que quedó era mi cuerpo al terminar, como si volviera de una guerra. Tras la hora decidí al momento ayudar a Manuel a bajar y le acompañé a la salida de la sala. Consideré que su presencia era suficiente y preferí protegerle y que el espectador únicamente tuviera acceso a él desde lo visual. Algunos de los visitantes de la sala, repleta y con gente en el exterior sin poder acceder, increpaban a Manuel durante la performance. No obstante, prácticamente en la totalidad reinó el silencio y la calma. La belleza de la nada, de lo silente.

El silencio es fundamental en la obra. La pieza tiene voz propia y responderá si se pregunta por esos cuerpos vulnerados y abusados. Los cuerpos dialogan, aún en mayor medida, desde mi posición de superviviente.

En ningún momento entró en sus planes escucharme o escucharnos, únicamente bus- can una declaración y una suma de palabras que les permita justificar su procedimiento legal.

No quieren que les cuente mi historia, ni la de todos los que fuimos abusados en sus sistemas de acogida, protección y en los lugares donde las preguntas no llegan. No quieren que les cuente la historia de cada una de las per- sonas que han compartido conmigo su relato. No quieren saber de los juicios en proceso, de las puertas cerradas en las que han tenido que llamar con fuerza para ser nuevamente ignora- dos y silenciados.

No, ustedes no quieren saber del dolor humano, de la herida que se inscribe en un cuerpo infantil que es abusado y obligado a callar, supongo que esos silencios no les perturban.

Mi silencio es la respuesta clara a una práctica promovida por ustedes. La palabra les permitiría escabullirse en las formas desde las que habitualmente arman y desarman el aparato discursivo que lubrican con el acto del litigante. No tienen la capacidad empática de ver al niño que ha vivido las experiencias más terribles, y sí al adulto incómodo.

Guardo silencio para que, desde este silencio, resuene todo el que ha sido dañado por ustedes. Mi cuerpo presente es lugar de empatía para ellos, le cedo mi voz a cada demandante para que haga uso de ella y declare su dolor, su furia, que se digan los nombres que jamás estarán en el lugar del acusado en el que yo sí estaré. Me sumo desde el silencio a cada denuncia por ustedes ignorada. En la próxima detención, en el proceso judicial venidero, iniciaré mi acción fracturando nuevamente los límites que ustedes quieren endurecer entre arte y vida.

«Volver al Padre es una performance biográfica y personal. La potencia de la acción es esa carga íntima, esa carga ciertamente explorativa y al final es una obra construida también desde el accidente, desconocíamos con exactitud si Manuel iba a cumplir a la cita, no hay buenos antecedentes, en que condiciones iba a venir, si iba a participar en la línea que nosotros habíamos marcado, si iba a hacer su propia performance, dentro de ese accidente todo funciona visualmente y curatorialmente perfecto. Soy un artista que hasta que no concluye la pieza con mi viaje o abandonando el lugar no hago una vuelta atrás emocional, y no recapacito sobre la misma. Una vez marche es hora de colocar la obra, los sentimientos, el dolor y construir la muestra definitiva que se inaugura el 2 de junio de 2022 en este mismo espacio. »

 

Azcona junto al documento que sirvió como detonante e inspiración para la obra. Tras contar el relato del viaje se inició la performance con la llegada de Manuel Lebrijo encima de las peanas de la instalación performativa.

Manuel Lebrijo y Abel Azcona durante la segunda performance y activación de “Volver al Padre” en la Sala Amós Salvador de Logroño. Durante varias ocasiones podía verse a un Azcona dubitativo a punto de abandonar la performance.

Video completo de la performance en vivo activado en la SALA AMÓS SALVADOR como segunda etapa del proyecto performativo Volver al Padre.

Ilustración sobre el encuentro entre ambos en la Sala Amós Salvador.

Montaje de la exposición “Volver al padre” en la Sala Amós Salvador de la capital riojana.

Azcona interveniendo en directo su propio expediente de adopción y abandono.

Azcona durante el montaje de la exposición en la Sala Amós Salvador.

VOLVER LA PADRE LA EXPOSICIÓN

Nunca en mi vida he tenido tantas impaciencia y sentimientos encontrados al clausurar un pieza como con «Volver al Padre». Una obra que no solo ha supuesto un antes y después de mi supervivencia vital, sino también en la manera de entender la violencia, o el daño autoinfringido. El 2 de junio de 2022 se cerró una etapa vital en la Sala Amós Salvador. Hace ya unos meses Manuel y yo terminamos el contacto al no estar de acuerdo con la visión pública de su propia experiencia. Es decir, al verse así mismo desde la visión crítica del arte, en medios y libros como un maltratador. Su entorno familiar le animó a abandonar el proceso, de hecho su hermano estaba en prisión por condenas de violencia, y murió meses atrás dentro del propio proceso de «Volver al Padre» donde Manuel se había involucrado sorprendentemente sin objeción alguna. Una especie de deuda hacia mi persona, un arrepentimiento algo fingido, que fue cayéndose conforme el proyecto avanzaba o una necesidad de atención posibilitó desarrollar la obra hasta el final, la conversión del mismo en una exposición completa donde el visitante puede no solo caminar entre los videos que componen el viaje acontecido en el año 2020 sino también profundizar en las imágenes, las palabras y la visión de una paternidad forzada y ausente al mismo tiempo.

El 2 de junio de 2022 se inauguró una de las muestras más íntimas del espacio museístico hasta la fecha con la ciudad de Logroño como protagonista, tercera ciudad en el eje que supone el viaje de «Volver al Padre» de las ciudades de Pamplona al pueblo de Villar de Rena en Badajoz.

El visitante tuvo la oportunidad de caminar entre paredes escuchando testimonios de Manuel y de Abel en torno a su paternidad, su abandono, abuso o ausencia. Una experiencia inversiva y expositiva que posibilitó al visitante a profundizar en una historia íntima que es base en mi proceso creativo. Así de alguna manera esta obra sirvió para cerrar etapas y dar color y forma a algunos fantasmas que flotaban en mi espectro vital sin terminar de ser definidos.

La tercera fase de “Volver al padre” tras las dos performances mediante una activación a través de muestra expositiva. El espectador puede recorrer el espacio dividido en varias salas en las que se muestra el viaje realizado en la primera fase y repetición del viaje o recorrido del secuestro.

La obra expositiva de “Volver al padre” fue acompañada por tres obras donde se profundizan en los orígenes del artista: “Expediente 09872” donde Azcona muestra su documentación original completa mediante el expediente de abandono y adopción y “Los Padres” primera obra de Azcona en torno a la idea de paternidad.

 

La exposición “Volver al padre” duró cuatro meses del año 2022 en la ciudad de Logroño. Además del recorrido performativo, audiovisual y fotográfico, el visitante pudo encontrar cuatro obras que fueron detonante de la obra que sirvió de nombre a la muestra,

“Mi madre escogió para mí el nombre de Abel por ser el primero de una lista alfabética de nombres bíblicos. Al registrarme en la Clínica Montesa me pusieron sus apellidos y me inscribieron como Abel Luján Gutiérrez.

Manuel no me dio de alta en el Registro Civil hasta los cuatro años y, ante el abandono de mi madre, me registró como propio y pasé a ser Abel David Lebrijo González, sus apellidos.

Más tarde, en diferentes registros y documentos como los de escolaridad, mi segundo apellido pasa a ser Raposo, por Arancha, la nueva pareja de Manuel.

Cuando cumplo seis años comienzan los trámites de mi adop- ción y a los siete paso a ser conocido como Abel David Azcona Ema, los apellidos de mi madre adoptiva. Mi nueva familia se re- siste a usar el nombre de Abel ya que supone un vínculo demasia- do estrecho con mi madre biológica.

A los quince años de edad soy adoptado por el nuevo marido de mi madre adoptiva, por lo que me convierto en Abel David Marcos Azcona. Después de un trámite de inversión de apellidos aprobado por la familia vuelvo al primer nombre y paso a ser Abel David Azcona Marcos.

A los veinte años decido eliminar legalmente el nombre de David, al no tener ninguna relación, por lo menos buena, con mi familia adoptiva, y vuelvo a utilizar solo Abel como homenaje a mi madre biológica y como respuesta a la prohibición y la imposición del otro nombre.”

La pieza de Azcona compuesta por un cronograma vital fue incluida en la muestra expositiva por curaduría para invitar al espectador a profundizar en los datos más relevantes de la experiencia vital del artista. La obra fue adaptada por primera vez a “Volver al padre” dando especial relevancia a los acontecimientos, desde el maltrato, los abandonos o el abuso sexual, protagonizados por figuras paternas. Una línea de vida de gran dureza a modo de instalación vital y de palabra.

La obra “Los padres” acompañaba “Volver al padre” en la Sala Amós al ser la obra más relevante junto a la principal de la muestra en torno a la figura paterna. En esta pieza Azcona mediante una performance protagonizada por el testimonio de ciento veinte mujeres que en el pasado habían ejercido la prostitución. Mediante sus relatos descriptivos, surgen ciento veinte retratos robot de sus últimos clientes planteando la pregunta de poder ser ellos los padres de un Azcona hijo de una puta y un putero o los padres de cualquier visitante de la muestra al ser España nº1 mundial en el consumo de prostitución.

Expediente 09872 es una de la obras troncales de Azcona en la construcción de otras piezas biográficas y por supuesto de “Volver al Padre”.

Una visitante recorre la primera parte de la exposición con el expediente y uno de los videos principales.

Reportaje en ABC Cultural sobre la exposición final en la Sala Amós Salvador en la ciudad de Logroño.

Cartel de la exposición homónima que sirvió como cierre del proyecto. La sala albergó en los meses previos la performance en vivo y fue la protagonista de la muestra donde el espectador pudo caminar por el mismo viaje que el artista revivió en primera persona.

Rueda de prensa inaugural con la consejería, dirección y concejalía de cultura del Ayuntamiento de Logroño.

La primera de las tres conferencias performativas con figuras de paternidad-masculinidad fue con el artista Santiago Sierra en el acto inaugural de la exposición de Azcona.

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La segunda de las tres conferencias performativas con figuras de paternidad-masculinidad fue con Fernando Castro Flórez, responsable del texto curatorial de la obra y exposición “Volver al padre”.

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La última de las tres conferencias performativas con figuras de paternidad-masculinidad fue con Julio Monteverde, editor de la parte literaria de la obra.

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Azcona relatando su experiencia en la obra durante la sesión de Diario Vivo en el Teatro Alcazar en Madrid.