Mi vida ha sido una miseria pero sigo vivo. Mi vida ha sido violencia y dolor pero sigo vivo. Mi vida es un continuo abandono pero sigo vivo. Esa afirmación continua me llevo a plantear el porque sigo vivo. De manera accidental el arte o la performance, o ambos, me han llevado a seguir con vida. Siempre he afirmado que sino hubiera encontrado esta forma de exorcizar el dolor ni siquiera seguiría con vida. Así que entendiendo que el campo del arte que me ha permitido florecer, marchitamente pero florecer, tiene jardineros, otras flores y lugares de cuidados decidí crear esta obra para visibilizarlo. Desde mis primeras performance he puesto mi cuerpo al límite, hasta la inconsciencia, hasta el consumo de sustancia o estupefacientes de manera extrema, hasta las heridas abiertas, los gritos o la extenuación. No obstante siempre había alguien que me limpiaba la mierda, la baba, o me daba agua para despertarme. Siempre había alguien que creía e esa repetición de mi maltrato sufrido en la infancia, en ese continuo posicionamiento como ser doliente. Por eso, desde la idea de familia protectora o familia elegida, decidí escribir a todos aquellos seres del mundo artístico, véase galeristas, artistas u otros para que mediante carta o relato escrito me contarán la experiencia de cuidar a un ser como yo. Así surgen dos decenas de cartas, muchas de ellas expuestas en la muestra, en las que todos estos representantes del mundo artístico, algunos importantes curadores o galeristas narran mi necesidad de cuidados, mi necesidad de una familia o mi necesidad simplemente de estar ahí para manterme con vida.
— Abel Azcona
My life has been misery, but I am still alive. My life has been violence and pain, but I am still alive. My life is a continuous abandonment, but I am still alive. This continuous affirmation led me to question why I am still alive. By accident, art or performance, or both, have kept me alive. I have always claimed that if I hadn’t found this way to exorcise the pain, I wouldn’t even be alive. So, understanding that the field of art that has allowed me to flourish, albeit witheringly, has gardeners, other flowers, and places of care, I decided to create this work to make it visible. From my first performances, I pushed my body to the limit, to unconsciousness, to extreme substance or drug consumption, to open wounds, screams, or exhaustion. However, there was always someone who cleaned up my shit, my drool, or gave me water to wake up. There was always someone who believed in the repetition of the abuse I suffered in childhood, in that continuous positioning as a suffering being. Therefore, from the idea of a protective family or chosen family, I decided to write to all those beings in the art world, be it gallerists, artists, or others, so that through a letter or written account, they could tell me about the experience of taking care of a being like me. Thus, two dozen letters emerge, many of them exhibited in the show, in which all these representatives of the art world, some important curators or gallerists, narrate my need for care, my need for a family, or my need simply to be there to keep me alive.
— Abel Azcona

Abel Azcona has invited some of the caregiving figures who have accompanied his trajectory to write letters in which their sustaining roles can be captured. Thus, within the framework of the recent piece "Los cuidados" (2023), Pierre Jean, the gallerist who hosted that action in which the artist lived for nine days inside a garbage container, "Nine container" (2013), shares his role as a curator, from the Latin "cuidador" (caretaker), preparing soft sheets and blankets and cleaning the basin with feces and urine every day. In full harmony with what we are proposing, the gallerist uses the metaphors of childbirth and fatherhood in relation to the artist's action: "Married homosexual and decidedly against children, I have assumed for a few days a paternal role that I would probably never know again. [...] My desire to protect you from your performances has never waned, and like a loving father, I am as satisfied as I am uneasy when I see you put your life at risk for the realization of ephemeral shows that will undoubtedly remain within the history of art."

In the same piece, María Rosa Aránega, one of the three members who supported Azcona's body in "La savia," shares her account of her functions as a loading gear alongside her two companions. In her letter, we gain insight into some ideas of special tenderness that allow us to investigate Azcona's needs, not always visible or emphasized by critics. Thus, the performer not only speaks of responsibility and camaraderie among the three artists, united to take care of an intoxicated Abel, but also generates a set of images and metaphors essential to close the argumentative thread of "Mis familias" ("My Families"). María Rosa wonders if at the moment of fainting, the artist saw them as midwives bringing him into the world because, she continues to explain, Abel appeared to them as a child babbling and staggering while learning to walk.

Abel Azcona ha invitado a algunas de las figuras cuidadoras que hanacompañado su trayectoria a escribir cartas en las que puedan recogerse sus funciones sostenedoras. Así, en el marco de la pieza reciente Los cuidados(2023), Pierre Jean, el galerista que acogió aquella acción en la que el artista vivió durante nueve días en el interior de un contenedor de basura, Nine container (2013), comparte su función como curador, del latín cuidador, preparando sábanas suaves
y mantas y limpiando cada día la palangana con heces y orina. En plena sintonía con lo que estamos planteando, el galerista usa las metáforas del parto y de la paternidad en relación que la acción del artista: «Homosexual casado y decididamente contra los niños, yo he asumido durante unos cuantos días un rol paternal que yo no conocería probablemente nunca más. [...] Mis ganas de protegerte entonces de tus performances nunca me han marchado y como un padre amante estoy tan satisfecho com intranquilo cuando te veo poner tu vida en peligro para la realización de espectáculos efímeros que quedarán, no tengo ninguna duda, dentro de la historia del arte».

Por su parte y en el marco de la misma obra, María Rosa Aránega, una de las tres integrantes que sostuvo el cuerpo de Azcona en La savia, comparte su relato sobre sus funciones como engranaje de carga junto a sus dos compañeras. En su carta accedemos a algunas ideas de especial ternura que nos permiten indagar las necesidades de Azcona, no siempre visibles o enfatizadas por la crítica.
Así, la performer no solo habla de responsabilidad y camaradería entre las tres artistas, unidas para cuidar a un Abel intoxicado, sino que también genera un conjunto de imágenes y metáforas fundamentales para cerrar el hilo argumental de «Mis familias». María Rosa se pregunta si en el momento del desfallecimiento el artista las veía a ellas como unas matronas que lo traían al mundo, pues, sigue explicando, Abel se les aparecía como un niño que balbuceaba y se tambaleaba aprendiendo a andar.

De: Paula García Para: Abel Azcona São Paulo, 21 de noviembre de 2022.

Durante el proyecto No Intermission en Ámsterdam en 2022, Abel presentó la obra La Savia. Fue extraordinario sentir cuánto el cuerpo vulnerable e intoxicado de Abel generaba una ola de cuidado por parte del público. Para mí, era conmovedor estar a su lado hasta que caía inconsciente y colocábamos su cuerpo, primero en el suelo y luego en una camilla, en la que el público lo transportaba a diferentes partes del teatro: entrada, café, pasillos, backstage, etc. Esto ocurría durante aproximadamente 6 horas de espectáculo al día.

Hago una pausa para decir que cuando conocí a Abel personalmente en Ámsterdam para este proyecto, sentí una energía intensa proveniente de él, una gran pulsión de vida, una fuerza que, a través de sus protocolos autobiográficos, atravesaba al público y a mí, que estaba a su lado todos los días, de una manera abrumadora y profunda.

Lo que sucedía en ese momento de vulnerabilidad en el que Abel se colocaba era una transmutación de esos sentimientos traídos por la acción de estar intoxicado y de un cuerpo a la deriva y bajo el cuidado de una multitud. Es decir, sentía que nos colocaba frente a nuestra escucha del cuerpo, activando nuestros canales sensibles de compartir y crear alianzas. Para que su cuerpo fuera llevado de manera segura, por ejemplo, era necesario un conjunto de cuerpos alineados y caminando al mismo ritmo, para evitar el peligro de caídas. Su cuerpo inconsciente generaba una conciencia de cuidado en los cuerpos del público.

Y ese sentido de cuidado que la obra traía era porque Abel estaba allí por completo, entregado a los cuidados de los demás, que podrían haber sido violentos con él, pero lo que ocurría era exactamente lo opuesto. Son imágenes conmovedoras de personas sentadas a su lado, mirando, cuidando, hablándole en su ausencia.

Esta acción de Abel me remite a las ideas de Achille Mbembe que nos presenta en su libro "Políticas de la Enemistad" como una fuerza constantemente producida y reproducida en las sociedades, a menudo a través de categorías como raza, clase, género y nacionalidad. También discute cómo la enemistad puede ser movilizada e instrumentalizada por diferentes actores políticos para lograr sus objetivos, a menudo a expensas de los grupos más vulnerables. Analiza cómo el Estado y otras instituciones pueden contribuir a la perpetuación de la enemistad, creando divisiones y jerarquías que benefician a algunos grupos en detrimento de otros.

Aquí traigo un fragmento del libro "Políticas de la Enemistad" de Achille Mbembe:

La historia es una secuencia de situaciones paradójicas de transformaciones sin ruptura, de transformaciones en la continuidad, de asimilación recíproca de múltiples segmentos de la vida. De ahí la importancia atribuida al trabajo de establecer relaciones entre los opuestos, de la fagocitosis y del agrupamiento de las singularidades. Estas tradiciones confieren solo una importancia mínima a la idea de un fin del mundo o la idea de otra humanidad. Es perfectamente posible, por lo tanto, que esta obsesión sea, al final de cuentas, específica de la metafísica occidental. Para muchas culturas humanas, el mundo simplemente no se acaba; la idea de una recapitulación de los tiempos no corresponde a nada concreto. Esto no significa que todo sea eterno, que todo sea repetición o que todo sea cíclico. Esto simplemente significa que, por definición, el mundo es apertura y que el tiempo solo existe en y a través de lo inesperado, de lo imprevisto. Así, el evento es precisamente aquello que nadie puede prever, medir o calcular con exactitud. De este modo, lo que es "innato al ser humano" es mantenerse constantemente alerta, dispuesto a acoger lo desconocido y abrazar lo inesperado, ya que la sorpresa está en el origen de los procedimientos de encantamiento sin los cuales el mundo no sería mundo. (MBEMBE - Pág 56).

La Sociedad de la Enemistad de Achille Mbembe es un análisis crítico de las formas en que la enemistad impregna las estructuras sociales y políticas contemporáneas, y cómo esta dinámica afecta la vida de las personas en todo el mundo. Mbembe llama la atención sobre la necesidad de comprender y confrontar la enemistad como parte del proceso de construcción de sociedades más justas e igualitarias. Así, argumenta que la enemistad no es solo un fenómeno presente en conflictos violentos o guerras, sino que también está profundamente arraigada en las estructuras sociales, políticas y económicas en todo el mundo. Trata de la incursión de toda una cultura política de la enemistad basada en la tensión de elementos acumulados desde la colonización y ocultos bajo la paisaje de la democracia liberal. Así, términos que aparentemente son opuestos como democracia e enemistad, son presentados de hecho como opuestos alineados que se sostienen mutuamente.

MBEMBE contrasta esa visión binaria de la condición humana al traer una perspectiva de las antiguas tradiciones africanas: "...el punto de partida para la interrogación sobre la existencia humana no es una cuestión del ser, sino de la relación, de la implicación recíproca, es decir, del descubrimiento y del reconocimiento de una carne más allá de la mía. Es la pregunta de cómo siempre me transporta a lugares distantes, simultáneamente diferentes de mi lugar e implicados en él. Desde esta perspectiva, la identidad no es una cuestión de sustancia, sino de plasticidad. Es una cuestión de co-composición, de apertura hacia el otro lugar de otra carne, de reciprocidad entre múltiples carnes y sus múltiples nombres y lugares" (MBEMBE Pág 55).

Aquí establezco un paralelo con el pensamiento de Paul Preciado cuando nos señala la importancia de fabricar nuevas epistemologías capaces de responder a las nuevas preguntas. Una epistemología plástica, ya que una epistemología se caracteriza precisamente por su flexibilidad. De esta manera, se pueden crear nuevos regímenes de presencia y cuestionar los regímenes de fuerza que operan en el sistema del arte, basados en una visión neurótica, patriarcal, racista, eurocéntrica o estadounidense en el mundo. Así, el clamor de la experiencia artística, encarnado en el cuerpo radical de Abel Azcona, puede transformar no solo la experiencia de la obra, sino también el propio sistema del arte, siendo cuestionado por ser opresor, devastador y deshumanizante.

Por lo tanto, la obra de Abel desencadena un estado constante de disposición, pero que está dispuesto a acoger lo desconocido y abrazar lo inesperado, ya que la acción de Abel representa esa sorpresa mencionada por Mbembe, que nos lleva al origen de los procedimientos de encantamiento sin los cuales el mundo no sería verdaderamente mundo.

Un abrazo, Paula.

De: Paula Garcia Para: Abel Azcona

São Paulo, 21 de novembro de 2022.

Durante o projeto No Intermission em Amsterdam em 2022, Abel apresentou o trabalho La Savia. Foi extraordinário sentir o quanto o corpo vulnerável e intoxicado de Abel, gerava uma onda de cuidado do público com ele. Para mim era tocante ficar ao lado dele até que caísse inconsciente e colocássemos seu corpo, primeiramente no chão, e depois, em uma maca, em que o público transportava-o para diferentes partes do teatro: entrada, café, corredores, backstage, etc. Isso acontecia durante as aproximadas 6 horas de show por dia.

Aqui faço uma pausa para dizer que quando conheci Abel pessoalmente em Amsterdam para esse projeto, senti uma energia intensa vindo dele, uma grande pulsão de vida, uma força que através de seus protocolos autobiográficos, atravessam o público, e eu, que estava ao seu lado todos os dias, de uma maneira avassaladora e profunda.

O que acontece ali naquele momento de vulnerabilidade em que Abel se colocava, uma transmutação desses sentimentos ali trazidos pela ação de estar intoxicado e de um corpo à deriva e aos cuidados de uma massa. Ou seja, sentia que ele nos colocava diante de nossa escuta do corpo, ativando nossos canais sensíveis de compartilhamento e criação de alianças. Para que seu corpo fosse carregado de maneira segura, por exemplo, era preciso um conjunto de corpos alinhados e andando no mesmo ritmo, para que não houvesse o perigo da queda. Seu corpo inconsciente, disparava uma consciência de cuidados nos corpos do público.

E esse sentido de cuidado que o trabalho trazia, era porque Abel estava ali inteiro, entregue aos cuidados dos outros, que poderiam ser violentos com ele, mas o que acontecia era exatamente o oposto. São imagens tocantes de pessoas sentadas ao lado, olhando, cuidando, falando com ele ausente.

Essa ação de Abel me remete as ideias de Achille Mbembe que nos coloca em seu livro Políticas da Inimizade que a esta é uma força constantemente produzida e reproduzida nas sociedades, muitas vezes através de categorias como raça, classe, gênero e nacionalidade. E também, discute como a inimizade pode ser mobilizada e instrumentalizada por diferentes atores políticos para atingir seus objetivos, muitas vezes

à custa dos grupos mais vulneráveis. Ele analisa como o Estado e outras instituições podem contribuir para a perpetuação da inimizade, criando divisões e hierarquias que beneficiam alguns grupos em detrimento de outros.

E aqui trago um trecho do livro Políticas da Inimaze de Achille Mbembe:

A história é uma sequencia de situações paradoxais de transformações sem ruptura, de transformações na continuidade, de assimilação recíproca de múltiplos segmentos do vivo. Daí a importância atribuída ao trabalho de estabelecimento de relações entre os opostos, de fagocitose e de agrupamento das singularidades. Essas tradições conferem apenas a uma importância mínima a idéia de um fim do mundo ou a ideia de uma outra humanidade. É perfeitamente possível, pois, que essa obsessão seja, no fim das contas, específica a metafísica ocidental. Para muitas culturas humanas, o mundo simplesmente não se acaba; a idéia de uma recapitulação dos tempos não corresponde a nada concreto. Isso não significa que tudo seja eterno, que tudo seja repetição ou que tudo seja cíclico. Isso quer dizer simplesmente que, por definição, o mundo é abertura e que o tempo só existe no e por meio do inesperado, do imprevisto. Assim, o evento é justamente aquilo que ninguém pode prever, medir ou calcular com exatidão. Desse modo, o que é "inerente ao ser humano” é se manter constantemente de prontidão, disposto a acolher o desconhecido e a abraçar o inesperado, pois a surpresa está na origem dos procedimentos de encantamento sem os quais o mundo nada tem de mundo. (MBEMBE - Pág 56).

A Sociedade da Inimizade de Achille Mbembe é uma análise crítica das formas como a inimizade permeia as estruturas sociais e políticas contemporâneas, e como essa dinâmica afeta as vidas das pessoas em todo o mundo. Mbembe chama a atenção para a necessidade de compreender e confrontar a inimizade como parte do processo de construção de sociedades mais justas e igualitárias, assim, argumenta que a inimizade não é apenas um fenômeno presente em conflitos violentos ou guerras, mas também está profundamente enraizada nas estruturas sociais, políticas e econômicas em todo o mundo. Trata da incursão de toda uma cultura política da inimizade baseada na tensão de elementos acumulados desde a colonização e escondidos sob a paisagem da democracia liberal. Assim, termos que são aparentemente opostos como democracia e inimizade, são de fato apresentados como opostos alinhados que se sustentam um ao outro.

MBEMBE contrapõe essa visão binária da condição humana trazendo uma perspectiva nas tradições africanas antigas - “...o ponto de partida da interrogação sobre a existência humana não é uma questão do ser, mas a da relação, da implicação recíproca, isto é, da descoberta e do reconhecimento de uma carne além da minha. É a questão de saber como sempre me transporta a lugares distantes, simultaneamente diferentes do meu lugar e implicados nele. Nessa perspectiva, a identidade é uma questão não de substância, mas de plasticidade. É uma questão de co-composição, de abertura para o outro lugar de uma outra carne, de reciprocidade entre múltiplas carnes e seus múltiplos nomes e lugares”. (MBEMBE Pág 55).

Aqui faço um paralelo com o pensamento de Paul Preciado quando nos coloca a importância de fabricarmos novas epistemologias capazes de responder as novas questões. Uma epistemologia plástica, pois uma epistemologia se carateriza justamente pela flexibilidade. Para assim, fabricar novos regimes de presença, e colocar em cheque os regimes de forças que vêm operando no sistema da arte e que se baseiam em uma visão neurótica, patriarcal, racista, eurocêntrica ou estadunidense no mundo. Assim, o clamor da experiência artística trazido no corpo radical de Abel Aczona pode transformar não apenas a experiência da obra, mas o próprio sistema da arte, sendo este colocado em xeque por ser opressor, devastador e desumano.

Portanto, a obra de Abel dispara um estado constante de prontidão, mas que se dispõe a acolher o desconhecido e nos abraçar o inesperado, pois a ação de Abel é está surpresa colocada por Mbembe, que nos remete a origem dos procedimentos de encantamento sem os quais o mundo nada tem de mundo.

Um beijo, Paula.

An action through the document and the reading of letters that the artist himself requested within the framework of the exhibition. Letters from artists, gallerists, and agents in the art world who have protected or cared for Azcona in his most radical or life-threatening performances. In this way, the artist embraces the concept of chosen family, having finally been adopted by the art world and more specifically by the field of performance.

"'Cuidados' (Cares) is a necessary piece at this moment in my life where all my work is built on violence and abandonments. Being able to look back and seek those positive moments that my work has granted me, such as the care from the art world, protection, or companionship."

The action unfolded with the reading of four care letters from different curators of Azcona while his body was under the effects of heroin or anesthesia. All the letters spoke of the artist's body as a necessary recipient of such care. After the reading of the four letters, Azcona read a fifth letter that his sister had left when leaving the room in the previous action. In it, she spoke and narrated instances of sexual abuse, prostitution, and attempted child trafficking.

Una acción mediante el documento y la lectura de cartas que el propio artista solicitó en el marco de la muestra expositiva. Cartas de artistas, galeristas y agentes del mundo del arte que han protegido o cuidado a Azcona en sus performance más radicales o con peligro vital. Así el artista abraza el concepto de familia elegida, al haber sido finalmente adoptado por el mundo del arte y más concretamente por el campo de la performance.

«Los cuidados es una pieza necesaria en este momento de mi vida donde toda mi obra está construida en violencia y abandonos. Poder mirar atrás y buscar esos momentos positivos que mi obra me ha otorgado como pueden ser los cuidados del mundo del arte, la protección o el acompañamiento.»

La acción se desarrolló con la lectura de cuatro cartas de cuidados de diferentes curadores de Azcona mientras su cuerpo estaba bajo los efectos de la heroína o la anestesia. Todas las cartas hablaban de la necesidad del cuerpo del artista como receptor de dichos cuidados. Tras las lectura de las cuatro cartas Azcona leyó una quinta carta que su hermana había dejado al abandonar la sala en la acción anterior. En ella hablaba y narraba abusos sexuales, prostitución e intenta de venta de niños.