The web woven by the French artist with her enormous *Maman* (the colossal steel spider) connects the world map, spanning all latitudes. Spain, Japan, Korea, Canada, and Qatar are just some of the destinations where these icons of contemporary sculpture can be seen.
First through drawing, and later through engraving, painting, and performance, Louise Bourgeois built her own universe until she reached the discipline that brought her worldwide recognition: sculpture. Influenced by avant-garde movements such as Surrealism and Abstract Expressionism, Bourgeois created monumental works marked by strong symbolism, reflecting the torments of her personal life, particularly the complicated relationship she had with her parents.
Born in Paris in 1911, she saw her father as a kind of villain. Not only was he an arrogant and authoritarian man, but more significantly, when his wife fell ill, he brought a governess into the home who was, in reality, his mistress. The emotions triggered by this event created in Bourgeois a deep-seated hatred, leading to recurring fantasies of getting rid of him. At the age of eight, after an argument, she made her first sculpture out of breadcrumbs, representing her father. She then proceeded to dismember it, ultimately eating the amputated pieces one by one. Bourgeois was twenty-one when her mother died. At first, she attempted to commit suicide by throwing herself into the Bièvre River. Afterward, she abandoned her mathematics studies and dedicated herself to art, which over the years became an escape and a form of therapy.
With anguish as her driving force and using diverse materials such as bronze, wood, latex, and marble, she created works in which her family conflicts converged: girls with breasts resembling testicles, toothed vaginas. One example is *The Destruction of the Father* (1974), an installation in which she exorcised her parricidal fantasy. It depicted a scene inside a dark cave, bathed in blood-red light, with a central table featuring protrusions that evoked human body parts such as viscera and organs.
The spider motif appeared in her work in the 1940s through illustrations but did not take a central place in her art until the 1990s, when she created a series of ten enormous spiders through which she sought to pay tribute to her mother. She portrayed her as a giant, protective, tireless weaver, alluding to her mother’s work in the family’s tapestry restoration workshop.
The most significant of these works is *Maman* (1999). With a darkness reminiscent of Tim Burton’s films, this sculpture, over nine meters tall, has metallic legs that convey both fragility and a resemblance to a cage. Made of bronze, stainless steel, and marble for the Tate Modern’s Unilever Series in London, it exudes a powerful physical and psychological presence for those daring enough to walk beneath its long legs. Since 2001, *Maman* has toured museums in Russia, New York, Argentina, Switzerland, and Japan. The remaining nine spiders are permanently displayed in art museums worldwide, including Tate Modern, the National Gallery of Canada, the Guggenheim Museum in Bilbao, the Mori Art Museum in Tokyo, the Leeum Museum in Seoul, the Crystal Bridges Museum in Arkansas, and the Qatar National Convention Center in Doha. These giant spiders, which invade cities as if in a 1950s horror film, continue to captivate and fascinate tourists.
Bourgeois passed away in 2010 at the age of ninety-eight. She worked on her art until a week before her death.
La tela que tejió la artista francesa con su enorme Maman (la descomunal araña de acero) une el mapa mundial atravesando todas las latitudes. España, Japón, Corea, Canadá y Qatar, son solo algunos de los destinos en los que se puede ver estos íconos de la escultura contemporánea.
Primero a través del dibujo, y luego mediante el grabado, la pintura y la performance, Louise Bourgeois fue armando su propio universo hasta llegar a la disciplina que le dio reconocimiento mundial: la escultura. Tomando la influencia de movimientos vanguardistas como el surrealismo y el expresionismo abstracto, Bourgeois realizó obras monumentales marcadas por una fuerte simbología que reflejaban tormentos de su vida personal, en especial en lo que respecta a la complicada relación que tuvo con sus padres.
Nacida en París en 1911, tenía en la figura paterna una especie de villano. Primero porque se trataba de un hombre engreído y autoritario, pero principalmente porque al caer su mujer enferma introdujo en el hogar a una institutriz que en realidad era su amante. Las emociones detonadas por este hecho crearon en Bourgeois un impulso de odio que depositaron en ella recurrentes fantasías para deshacerse de él. Cuando tenía ocho años, tras una discusión, ella realizó una primera escultura en miga de pan, representando a su padre. A continuación comenzó a descuartizarla para finalmente comerse los miembros amputados uno a uno. Bourgeois tenía veintiún años cuando su madre murió. Primero quiso suicidarse arrojándose al río Bievre. Después dejó de estudiar matemáticas y se dedicó al arte, donde con los años encontró una vía de escape, una acción terapéutica.
Con la angustia como motor y empleando materiales diversos como bronce, madera, látex, y mármol, realizó obras donde confluían sus problemas familiares: niñas con pechos que se asemejaban a testículos, vaginas dentadas. Un ejemplo es La destrucción del padre (1974), una instalación donde exorcizaba su fantasía parricida. Se trataba de un escenario en una cueva oscura envuelta por una luz rojo sangre que en el centro tenía una mesa que presentaba protuberancias que recuerda partes del cuerpo humano como vísceras y órganos.
El motivo de la araña apareció en la década del cuarenta mediante ilustraciones pero no acabó ocupando un lugar predominante en su trabajo sino hasta los noventas, tiempo en el que realizó una serie de diez arañas enormes a través de las cuales Bourgois quiso homenajear a su madre. En ellas la representa como una protectora enorme e incansable tejedora, haciendo alusión al oficio que ésta desempeñó en el taller familiar de restauración de tapices.
De estas obras la más importante es Maman (1999). De una oscuridad que recuerda al cine de Tim Burton, esta escultura de más de nueve metros tiene patas metálicas que representan fragilidad y al mismo tiempo se asemejan a una jaula. Construida en bronce, acero inoxidable y mármol para la Serie Unilever de la Tate Modern de Londres, transmite una poderosa presencia tanto física como psicológica para aquellos que se animan a pasar por entre sus largas patas. Desde 2001, Maman recorrió museos de Rusia, Nueva York, Argentina, Suiza y Japón. El resto de sus nueve arañas se reparten de forma permanente en museos de arte de todo el mundo: Tate Modern, National Gallery Canada, Museo Guggenheim de Bilbao, Mori de Tokio, Leeum de Seúl, Crystal Bridges de Arkansas y Qatar National Convention Center de Doha. Estas arañas gigantes, que invaden las ciudades como si se tratara de una película de terror de la década del cincuenta, son siempre objeto de fascinación para el turismo. Bourgeois murió en 2010, a la edad de noventa y ocho años. Trabajó en su obra hasta una semana antes de su fallecimiento.
Performances silentes realizadas por Azcona durante meses. Obras de larga duración donde Azcona repite una y otra vez.