Los libros de familia o las fotografías que mi madre adoptiva arrojó a la basura [The family record book or the photographs that my adoptive mother threw away] (1992-2023)
Object, photography, performance, and installation. Complete work.
Artwork-object triggered by a meeting of just a few minutes between Azcona and his adoptive mother in Pamplona’s Avenida Bayona, in front of the old video club El Policarpo, in which she deposited, almost without uttering a word, a large rubbish back full of loose and piled-up photographs, removed from all the family albums. Azcona picked up the bag with more than three hundred photographs and kept it without using it until 2023, when he decided – in the context of the current exhibition – to create a new work, revisiting each of the photographs and creating five family albums or family record books. Through a performative act, Azcona has intervened in the album describing each image that is shown.
Los libros de familia o las fotografía que mi madre adoptiva arrojó a la basura (1992-2023)
Objeto, fotografía, performance e instalación. Obra completa.
Obra objeto detonada mediante un encuentro de escasos minutos entre Azcona y su madre adoptiva en la Avenida Bayona de Pamplona frente al antiguo videoclub de El Policarpo donde ella depositó casi sin mediar palabra una bolsa grande de basura llena de fotografías sueltas y amontonadas retiradas de todos los álbumes familiares. Azcona recogió la bolsa con más de trescientas fotografías y la guardó sin usarla hasta el año
2023. Este año decide en el marco de la exposición actual crear una nueva obra revisitando cada una de las fotografías y creando cinco álbumes familiares nuevos o libros de familia. Mediante un acto performativo Azcona ha intervenido el álbum describiendo cada imagen mostrada.
A single woman aged twenty-five adopted me a few days before my seventh birthday. Thus began twelve years of my life that I will always recall with mixed feelings. I will never be a father. If I denounce having been born in the framework in which I was born, it would be inconsistent of me in my context to have a child. My mother also did not want to have a child. And, in my opinion, neither did the woman who adopted me. It is sad, but the memories that have most marked me from the twelve years of trying to construct the concept of family are the punishments. Cold showers, hours locked in a pantry, forced nudity under the pretext of having given me everything they have the right to take it away from me and threaten to banish me from the home under the same premise. I always repeated that I deserved the punishments and denied the most serious situations, until one day I decided to make some marks on the inside of the golden doorknob of my room every time I was given a bloody nose. The number of marks went beyond what I could count with the fingers of my hand. I remember on a multitude of occasions holding the telephone with the idea of calling a number for child protection.
After my return from the two years that I lived in the street in Madrid, I tried to over several months to restore the relationship with the adoptive mother. Which was traumatic and impossible. After the definitive abandonment, she told me on a phone call that she had definitively torn out all my photographs from frames and family albums. Erasing me for ever. She told me that she was going to throw everything in the rubbish and gave the opportunity to save all those photographs that she’d crammed into a rubbish bag. In a meeting of a few minutes in front of the Polycarpo video club in Pamplona’s Avenida Bayona, she threw me the bag and, until a few months ago, I kept it unopened. For this this exhibition, I decided to open the bag and go through the photographs. From this emerged this new piece where I made four complete albums as if I had had a normal family life and childhood. But if you look closely at the photographs, you can see signs of neglect and blows to my child’s child in many of them. The albums seem to speak of a protected childhood, but the reality is very far from that.
Few exercises seem to me to have greater opening and public exposure than to show these photographs, as the public can handle them as they wish. It is a painful work, and in fact, I have not felt capable of analysing many of these photographs myself.
Una mujer soltera de veinticinco años me adoptó pocos días antes de cumplir yo los siete. Ahí empezaron doce años de mi vida que siempre recuerdo con sentimientos encontrados. Yo nunca seré padre. Si denuncio el haber nacido en el marco en el que he nacido, sería incongruente por mi parte que en mi contexto tuviera un hijo. Mi madre tam-
poco debió tener un hijo. Y la mujer que me adoptó, en mi opinión, tampoco. Es triste, pero los recuerdos que más me han marcado en los doce años de intento de construc- ción del concepto de familia son los castigos. Duchas de agua fría, horas encerrado en una despensa, desnudos forzosos bajo el pretexto de habérmelo dado todo y tener derecho a quitármelo y amenazarme con desterrarme de casa bajo la misma premisa. Repetía siempre que me merecía los castigos y negaba las situaciones más graves hasta tal punto que un día decidí, en el interior del pomo dorado de mi habitación, dejar unas pequeñas marcas cada vez que me sangraba la nariz. El número de marcas superó las que era capaz de contar con los dedos de mis manos. Me recuerdo sujetando el teléfono en infinidad de ocasiones con la idea de llamar a un número de protección a la infancia.
Tras mi regreso de los dos años que viví en la calle en Madrid intenté reconducir durante unos meses la relación con la madre biológica. Lo cual fue traumático e imposible. Tras el abandono definitivo ella mediante una llamada me avisó que había arrancado definitivamente todas mis fotografía de marcos y álbumes familiares. Borrándome para siempre. Me informó que iba a arrojar todo a la basura y me daba una oportunidad para salvar todas aquellas fotografías apelotonadas en una bolsa de basura. En un encuentro de unos minutos enfrente del videoclub Policarpo de la Avenida Bayona de Pamplona me arrojó la bolsa que había guardado hasta hace unos meses intacta. En el marco de esta muestra decidí abrir la bolsa y revolver las fotografías. Así surgió esta nueva pieza donde compuse cuatro álbumes completos como si hubiera tenido una vida familia e infancia normales. En cambio si las fotografías se observan en detalles se ven gestos de abandono y golpes en mi rostro de niño en muchas de ellas. Los álbumes parecen de hablar de una infancia protegida pero es una realidad muy lejana.
Pocos ejercicios me parecen mayor apertura y exposición pública que mostrar esas fotografía tal cual son para que el público las manipule a su antojo. Es una obra dolorosa y de hecho muchas de estas fotografía que mismo no he sido capaz de analizar.