La connivencia
(2023)
Pieza en colaboración con Maria Rosa Aránega. La connivencia está formada por una serie de hostias magnas (22,5cm) en las que se encuentran dibujadas imágenes de los dictadores Francisco Franco (España), Augusto Pinochet (Chile) y Jorge Rafael Videla (Argentina) en el instante de comulgar. A través de esta representación simbólica, buscamos señalar y cuestionar las estrechas relaciones de apoyo o indiferencia que la Iglesia Católica mantuvo con estos regímenes totalitarios. Al retratar a los dictadores en el acto de comulgar, se pone en evidencia la complicidad y connivencia de la Iglesia Católica con regímenes autoritarios y represivos. Nos interesa visibilizar esta complicidad y cuestionar el papel de la institución religiosa en situaciones de violencia y reflexionar acerca de la ética y la responsabilidad de las instituciones religiosas en relación con los abusos de poder y las violaciones a los derechos humanos.
Enlace a las piezas disponibles: Francisco Franco, Augusto Pinochet, Jorge Rafael Videla.
El 1 de abril de 1939 fue el día de la victoria del Generalísimo Francisco Franco en la guerra civil española. Desde ese momento y durante cuatro décadas, la Iglesia estuvo estrechamente ligada a la dictadura del general Franco.
La Iglesia Católica fue, sin duda, una de las instituciones que más se benefició de la victoria de Franco. La jerarquía eclesiástica había bendecido el golpe de Estado y había justificado la guerra al mundo como un » plebiscito armado «. Después de la guerra recibiría la recompensa. Franco abolió rápidamente todas las medidas republicanas que habían socavado la influencia espiritual y social de la Iglesia, y le confió más poder y privilegios.
Para la Iglesia, los privilegios constituían una » reconquista » espiritual que iba unida a la » reconquista » política tras la guerra civil. La » reconquista » para la Iglesia significaba el monopolio católico sobre la vida de todos los españoles, un privilegio vital para que la sociedad fuera «re-catolicizada». Esta «re-catolicización» no fue una tarea fácil teniendo en cuenta que, al apoyar al bando franquista durante la guerra, la Iglesia había alejado a un gran porcentaje de la población.
La intención de Franco fue la de crear un nuevo Estado “regenerador de España». Entre sus objetivos, buscaba afianzar un catolicismo conservador ( se definía a España como » una monarquía católica social y representativa» ) dentro de una concepción unitaria del Estado.
El poder siempre se manifestó desde una triple perspectiva: civil, militar y eclesiástica. Esta última, tuvo en la Iglesia Católica uno de sus sustentos. A cambio del apoyo en la guerra, la Iglesia tuvo un poder de influencia que abarcaba todos los aspectos de la sociedad, un verdadero poder que gozó de privilegios, recibió todo tipo de ayudas y prebendas e impuso la unidad católica con exclusión de cualquier otra religión. Fue, a su vez, protegida del anticlericalismo republicano en un estado que se declaró oficialmente católico (confesionalidad católica del Estado).
Así mismo, se impuso una moral tradicional, autoritaria, de inspiración católica que impregnaba toda las manifestaciones de la vida pública o privada, desde los actos religiosos oficiales hasta la exigencia, para ciertos fines, de certificados de buena conducta expedidos por los párrocos.
Desde el punto de vista cultural, el Estado dedicó esfuerzos ímprobos en controlar y censurar cualquier manifestación cultural ajena al régimen, sobre todo hasta los años 50. La cultura oficial estuvo casi monopolizada por intelectuales católicos y falangistas que exaltaban valores como la religiosidad. Este valor, junto al heroísmo y el patriotismo, pretendían la glorificación de los vencedores de la guerra civil.
Por esto, entre otros aspectos, se habla de la dictadura franquista como un régimen basado en el Nacional-Catolicismo ( nacionalismo español y catolicismo conservador).
El nacional-catolicismo permitió, por así decirlo, la reevangelización de la sociedad y otorgó a la Iglesia el monopolio de la educación. Se pasó de una escuela pública, democrática y progresista a una escuela privada, clasista y represiva.
Dentro del organigrama eclesiástico, existían grupos de presión de inspiración católica ejemplificados, fundamentalmente, en el Opus Dei y la Asociación Católica Nacional de Propagandistas ( ACNDP).
Asociación Católica Nacional de Propagandistas ( ACNDP):
Fundada en 1909 para difundir el pensamiento católico y combatir el anticlericalismo, defendía la enseñanza católica (con el aprendizaje del catecismo en las escuelas ) y fue muy activa en la propaganda de una imagen exterior de España especialmente católica.
Si bien durante la IIª República, muchos de sus integrantes formaron parte de diferentes organizaciones de derechas – especialmente la CEDA- , durante la dictadura, importantes miembros se incorporaron a las diferentes carteras ministeriales franquistas – la de Asuntos exteriores, por lo dicho anteriormente en relación a la propaganda exterior, y a la de Educación, por la importancia de la Iglesia en este campo-.
Para la difusión de sus ideas se sirvieron de dos periódicos: El Debate y el diario Ya ( en época franquista )
Opus Dei
El 2 de octubre de 1928, durante unos ejercicios espirituales en Madrid, Escrivá de Balaguer funda el Opus Dei. Gobernado por un Prelado, la prelatura se distribuye en áreas o territorios llamados regiones. Al frente de cada región —cuyo ámbito puede o no coincidir con un país— hay un vicario regional, con sus consejos, para las mujeres y para los hombres. A nivel local existen los Centros, que organizan los medios de formación y la atención pastoral de los fieles de la prelatura de su ámbito. Su principal objetivo era la santificación personal de sus miembros quienes debían aplicar los valores cristianos en sus lugares de trabajo. Adquirió una especial significación, por el gran número de miembros que tuvo y por la alta cualificación profesional. Figuras importantes dentro del Opus Dei como Navarro Rubio y Ullastres – los llamados Tecnócratas – ocuparon ministerios, principalmente económicos, a finales de los años 50 cuando Franco remodeló de nuevo el gobierno en 1957, debido a la crítica situación económica y social.
Por otro lado, la facción pro- monárquica- formada por carlistas o tradicionalistas y los que estaban a favor de don Juan de Borbón ( hijo de Alfonso XIII ) – , pese a sus deseos de una restauración monárquica católica y autoritaria, diferían en sus intereses políticos. Mientras los carlistas defendían la tradición de los fueros locales, los juanistas eran proclives a un estado centralista, sin posibilidad alguna de la existencia de cualquier forma de autonomía y, por tanto, de los fueros locales tradicionales.
Siguiendo la línea de apoyo mutuo entre la Iglesia y Estado, se firmó un nuevo Concordato con la Santa Sede en 1953 donde el Estado español concedía a la Iglesia enormes concesiones de todo tipo – económicas, patrimoniales, judiciales, educativas, etcétera -a cambio de su apoyo al régimen.
El Concilio Vaticano II ( 11 de octubre de 1962 – 8 de diciembre de 1965 ) , en el cual se promovió el desarrollo de la fe católica y la renovación moral de la vida cristiana de los fieles y, cuyo eje se basaba en adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de los tiempos, ayudó a que la sociedad española fuera adquiriendo una nueva mentalidad – pese al rígido control gubernamental en los ámbitos socioculturales -. Se fue reivindicando la libertad de pensamiento y un sector de la Iglesia española comenzó a distanciarse algo del régimen. Fue también la época de la secularización en masa de miembros del clero.
Dichos postulados reformistas del Concilio Vaticano II unidos al despertar de conciencias en torno las injusticias sociales y políticas por parte de determinados sectores del catolicismo, provocaron críticas al régimen como :
Las declaraciones del abad de Montserrat, Aureli M. Escarré: «España aún se encuentra dividida en dos bandos. Los vencedores, entre ellos la Iglesia, no han hecho nada para poner fin a esta división entre vencedores y vencidos: este es uno de los fracasos más lamentables de un régimen que se dice cristiano, pero que no obedece los principios básicos del cristianismo». Estas palabras provocaron que tuviera que exiliarse
la manifestación de sacerdotes en Barcelona en protesta por las torturas policiales a un estudiante (1966)
el protagonismo de organizaciones católicas (JOC,HOAC) en las movilizaciones obreras.
Como reacción a todo ello, en 1967 se creó la Ley de libertad religiosa – reducido marco de tolerancia religiosa – que , aunque marcó una teórica apertura, no tuvo una significación especial debido a que pocos eran los españoles que profesaban otra religión diferente.
Esta disidencia católica se incrementó en los años setenta y representó el distanciamiento de una parte de la jerarquía eclesiástica, la expansión de actitudes antifranquistas entre los sacerdotes jóvenes y la radicalización de comunidades cristianas. No pocos sacerdotes colaboraron o militaron en la clandestinidad formando parte de los sindicatos y partidos opuestos al franquismo ( «curas rojos» )- fundamentalmente en PC y CCOO – .
El 1 de abril de 1939 fue el día de la victoria del Generalísimo Francisco Franco en la guerra civil española. Desde ese momento y durante cuatro décadas, la Iglesia estuvo estrechamente ligada a la dictadura del general Franco.
La Iglesia Católica fue, sin duda, una de las instituciones que más se benefició de la victoria de Franco. La jerarquía eclesiástica había bendecido el golpe de Estado y había justificado la guerra al mundo como un » plebiscito armado «. Después de la guerra recibiría la recompensa. Franco abolió rápidamente todas las medidas republicanas que habían socavado la influencia espiritual y social de la Iglesia, y le confió más poder y privilegios.
Para la Iglesia, los privilegios constituían una » reconquista » espiritual que iba unida a la » reconquista » política tras la guerra civil. La » reconquista » para la Iglesia significaba el monopolio católico sobre la vida de todos los españoles, un privilegio vital para que la sociedad fuera «re-catolicizada». Esta «re-catolicización» no fue una tarea fácil teniendo en cuenta que, al apoyar al bando franquista durante la guerra, la Iglesia había alejado a un gran porcentaje de la población.
La intención de Franco fue la de crear un nuevo Estado “regenerador de España». Entre sus objetivos, buscaba afianzar un catolicismo conservador ( se definía a España como » una monarquía católica social y representativa» ) dentro de una concepción unitaria del Estado.
El poder siempre se manifestó desde una triple perspectiva: civil, militar y eclesiástica. Esta última, tuvo en la Iglesia Católica uno de sus sustentos. A cambio del apoyo en la guerra, la Iglesia tuvo un poder de influencia que abarcaba todos los aspectos de la sociedad, un verdadero poder que gozó de privilegios, recibió todo tipo de ayudas y prebendas e impuso la unidad católica con exclusión de cualquier otra religión. Fue, a su vez, protegida del anticlericalismo republicano en un estado que se declaró oficialmente católico (confesionalidad católica del Estado).
Así mismo, se impuso una moral tradicional, autoritaria, de inspiración católica que impregnaba toda las manifestaciones de la vida pública o privada, desde los actos religiosos oficiales hasta la exigencia, para ciertos fines, de certificados de buena conducta expedidos por los párrocos.
Desde el punto de vista cultural, el Estado dedicó esfuerzos ímprobos en controlar y censurar cualquier manifestación cultural ajena al régimen, sobre todo hasta los años 50. La cultura oficial estuvo casi monopolizada por intelectuales católicos y falangistas que exaltaban valores como la religiosidad. Este valor, junto al heroísmo y el patriotismo, pretendían la glorificación de los vencedores de la guerra civil.
Por esto, entre otros aspectos, se habla de la dictadura franquista como un régimen basado en el Nacional-Catolicismo ( nacionalismo español y catolicismo conservador).
El nacional-catolicismo permitió, por así decirlo, la reevangelización de la sociedad y otorgó a la Iglesia el monopolio de la educación. Se pasó de una escuela pública, democrática y progresista a una escuela privada, clasista y represiva.
Dentro del organigrama eclesiástico, existían grupos de presión de inspiración católica ejemplificados, fundamentalmente, en el Opus Dei y la Asociación Católica Nacional de Propagandistas ( ACNDP).
Asociación Católica Nacional de Propagandistas ( ACNDP):
Fundada en 1909 para difundir el pensamiento católico y combatir el anticlericalismo, defendía la enseñanza católica (con el aprendizaje del catecismo en las escuelas ) y fue muy activa en la propaganda de una imagen exterior de España especialmente católica.
Si bien durante la IIª República, muchos de sus integrantes formaron parte de diferentes organizaciones de derechas – especialmente la CEDA- , durante la dictadura, importantes miembros se incorporaron a las diferentes carteras ministeriales franquistas – la de Asuntos exteriores, por lo dicho anteriormente en relación a la propaganda exterior, y a la de Educación, por la importancia de la Iglesia en este campo-.
Para la difusión de sus ideas se sirvieron de dos periódicos: El Debate y el diario Ya ( en época franquista )
Opus Dei
El 2 de octubre de 1928, durante unos ejercicios espirituales en Madrid, Escrivá de Balaguer funda el Opus Dei. Gobernado por un Prelado, la prelatura se distribuye en áreas o territorios llamados regiones. Al frente de cada región —cuyo ámbito puede o no coincidir con un país— hay un vicario regional, con sus consejos, para las mujeres y para los hombres. A nivel local existen los Centros, que organizan los medios de formación y la atención pastoral de los fieles de la prelatura de su ámbito. Su principal objetivo era la santificación personal de sus miembros quienes debían aplicar los valores cristianos en sus lugares de trabajo. Adquirió una especial significación, por el gran número de miembros que tuvo y por la alta cualificación profesional. Figuras importantes dentro del Opus Dei como Navarro Rubio y Ullastres – los llamados Tecnócratas – ocuparon ministerios, principalmente económicos, a finales de los años 50 cuando Franco remodeló de nuevo el gobierno en 1957, debido a la crítica situación económica y social.
Por otro lado, la facción pro- monárquica- formada por carlistas o tradicionalistas y los que estaban a favor de don Juan de Borbón ( hijo de Alfonso XIII ) – , pese a sus deseos de una restauración monárquica católica y autoritaria, diferían en sus intereses políticos. Mientras los carlistas defendían la tradición de los fueros locales, los juanistas eran proclives a un estado centralista, sin posibilidad alguna de la existencia de cualquier forma de autonomía y, por tanto, de los fueros locales tradicionales.
Siguiendo la línea de apoyo mutuo entre la Iglesia y Estado, se firmó un nuevo Concordato con la Santa Sede en 1953 donde el Estado español concedía a la Iglesia enormes concesiones de todo tipo – económicas, patrimoniales, judiciales, educativas, etcétera -a cambio de su apoyo al régimen.
El Concilio Vaticano II ( 11 de octubre de 1962 – 8 de diciembre de 1965 ) , en el cual se promovió el desarrollo de la fe católica y la renovación moral de la vida cristiana de los fieles y, cuyo eje se basaba en adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de los tiempos, ayudó a que la sociedad española fuera adquiriendo una nueva mentalidad – pese al rígido control gubernamental en los ámbitos socioculturales -. Se fue reivindicando la libertad de pensamiento y un sector de la Iglesia española comenzó a distanciarse algo del régimen. Fue también la época de la secularización en masa de miembros del clero.
Dichos postulados reformistas del Concilio Vaticano II unidos al despertar de conciencias en torno las injusticias sociales y políticas por parte de determinados sectores del catolicismo, provocaron críticas al régimen como :
Las declaraciones del abad de Montserrat, Aureli M. Escarré: «España aún se encuentra dividida en dos bandos. Los vencedores, entre ellos la Iglesia, no han hecho nada para poner fin a esta división entre vencedores y vencidos: este es uno de los fracasos más lamentables de un régimen que se dice cristiano, pero que no obedece los principios básicos del cristianismo». Estas palabras provocaron que tuviera que exiliarse
la manifestación de sacerdotes en Barcelona en protesta por las torturas policiales a un estudiante (1966)
el protagonismo de organizaciones católicas (JOC,HOAC) en las movilizaciones obreras.
Como reacción a todo ello, en 1967 se creó la Ley de libertad religiosa – reducido marco de tolerancia religiosa – que , aunque marcó una teórica apertura, no tuvo una significación especial debido a que pocos eran los españoles que profesaban otra religión diferente.
Esta disidencia católica se incrementó en los años setenta y representó el distanciamiento de una parte de la jerarquía eclesiástica, la expansión de actitudes antifranquistas entre los sacerdotes jóvenes y la radicalización de comunidades cristianas. No pocos sacerdotes colaboraron o militaron en la clandestinidad formando parte de los sindicatos y partidos opuestos al franquismo ( «curas rojos» )- fundamentalmente en PC y CCOO – .
Todos sabíamos que la Iglesia católica colaboró con el régimen militar de Augusto Pinochet en Chile, y que toleró los crímenes de lesa humanidad de su régimen dictatorial, pero toparse con un documento en el que se expone por escrito cómo el número dos del Papa (en ese momento, el venerado por "progresista" Pablo VI) apoya en nombre del Pontífice el golpe de Estado contra la democracia en Chile, constituye un descubrimiento periodístico de primera línea.
Tal como esta misma madrugada deja patente La Repubblica, uno de los 15 medios de comunicación del mundo que participa (con Público) de la exclusiva de Wikileaks, el sustituto de la Secretaría de Estado del Vaticano, Giovanni Benelli, expresó a los diplomáticos norteamericanos (el 18 de octubre de 1973 y en un encuentro que nada tenía que ver con ese tema) "su grave preocupación, y la del Pontífice, sobre la exitosa campaña internacional izquierdista para falsear completamente las realidades de la situación chilena".
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En aquella fecha, Benelli era en la práctica el número dos del Papa, puesto que el secretario de Estado, el cardenal Amleto Giovanni Cicognani, era demasiado anciano para cumplir con la mayor parte de sus funciones y había entregado el cargo a su sustituto. Así que ese florentino (nacido en el pueblo de Vernio, muy cercano a la cuna de Maquiavelo) trabajó estrechamente durante un decenio con su antiguo maestro, Pablo VI. Hasta ganarse el apodo de "Kissinger del Vaticano" por su agresiva, casi autoritaria, gestión al frente de la diplomacia de la Santa Sede. Alianza entre Nixon y Pablo VI
Tan importante era Benelli en el Vaticano que fue él quien recibió en persona a Richard Nixon al pie del helicóptero en el que el presidente de EEUU aterrizó en la Plaza de San Pedro en 1969 para sellar la alianza anticomunista entre la Casa Blanca y la Santa Sede que dio origen a los más crueles golpes militares en América Latina.
Tras el golpe de Estado de Pinochet, "Benelli tildó la exagerada la cobertura de los acontecimientos [en Chile] como posiblemente el mayor éxito de la propaganda comunista, y subrayó el hecho de que incluso los círculos moderados y conservadores parecían muy dispuestos a creer las mentiras más burdas sobre los excesos de la Junta chilena", escribió en su informe la Embajada de EEUU en Roma, en un cable clasificado "SECRETO" y con el código "EXDIS" de máxima reserva.
"Al darse cuenta de que la caída de Allende era uno de los mayores reveses para la causa comunista, dijo Benelli" (tal como expone el cable diplomático estadounidense ROME10729), "las fuerzas izquierdistas han minimizado ampliamente los daños al convencer al mundo de que la caída de Allende fue debida exclusivamente a fuerzas fascistas y externas, en vez de a los fallos de su propia gestión política, como realmente ocurrió. Benelli expresó sus temores de que el éxito de esta campaña de propaganda comunista pueda influir en los medios de comunicación del mundo libre en el futuro".
"Las historias de los medios internacionales que hablan de una represión brutal en Chile no tienen fundamento" aseguró el número dos del Papa En cuanto a la represión del régimen militar pinochetista, el número dos de Pablo VI sentenció: "Como es natural, desafortunadamente, tras un golpe de Estado, hay que admitir que ha habido algún derramamiento de sangre en las operaciones de limpieza en Chile, pero la Nunciatura en Santiago, el cardenal Silva y el Episcopado chileno en general han asegurado al Papa Pablo que la Junta está haciendo todo lo posible para que la situación vuelva a la normalidad y que las historias de los medios internacionales que hablan de una represión brutal no tienen fundamento".
Además, Benelli (que fue candidato a Pontífice tras las muertes de Pablo VI y de Juan Pablo I) alegó que no se podía poner en duda "la validez ni la sinceridad de la interpretación del cardenal Silva" porque, en su opinión, dicho prelado, era "uno de los más destacados progresistas dentro de la Iglesia".
Después, Benelli reconoce que "el Papa ha estado bajo dura presión interna en la Iglesia, especialmente desde Francia, para hablar contra los excesos de la Junta" de Pinochet. Y que "pese a los esfuerzos del Vaticano, la propaganda izquierdista ha tenido un éxito notable incluso con algunos de los cardenales más conservadores y con prelados que parecen incapaces de considerar la situación con objetividad. El resultado es que los izquierdistas han logrado crear una situación en la que el Papa sería atacado por los moderados si defiende la verdad en Chile".
Más aún, "el Vaticano está convencido, y la Nunciatura ha confirmado, que durante los últimos meses del Gobierno de Allende, la Embajada de Cuba estaba sirviendo como arsenal para distribuir armas fabricadas en Europa del Este a los obreros chilenos", afirma Benelli.
El informe secreto de la Embajada de EEUU ante el Vaticano termina con una corta frase, sin duda restando importancia al tema puesto que lo deja para el final:
"El Vaticano informó la semana pasada a un intermediario izquierdista de que el Papa no podría recibir a Isabel Allende, y Benelli cuenta con que esto provocará nuevas críticas contra el Vaticano.
SECRET".
Así termina el cable.